Fernando Pino Solanas. «Memoria del saqueo».

Fernando Pino Solanas

«Memoria del saqueo» sorprende por la síntesis de tanta información y la forma en que se estructura, ¿cuál fue el proceso del guión?
En un filme de investigación de carácter documental, es difícil tener un guión cerrado, se construye sobre la marcha. Comencé trabajando una estructura temática que, dada la amplitud del tema, tenía dos grandes partes independientes entre sí: a) lo que había pasado en Argentina, es decir, la crisis, sus causas y responsables; b) las víctimas de aquella, los millones de pobres y desocupados y cómo habían enfrentado la crisis castigo. Si releo las primeras páginas escritas, puedo decir que a pesar de los cambios el planteamiento inicial no se modificó: «Memoria del saqueo» es en un 80% lo que se planteaba en sus inicios. 

Por su parte, hay un segundo filme todavía no rodado que pretendo realizarlo este año. Lleva como titulo provisional «Cantos de una Argentina latente». Es un filme con historias humanas muy fuertes que expresan la solidaridad y esperanza de quienes resistieron desde el campo social, en barrios y territorios. El relato también está dividido en capítulos y cada uno de ellos tiene un personaje-protagonista que cuenta su lucha por la supervivencia junto a muchos otros. 

¿Por qué estructuró el filme de esa forma?
Cuando se está frente a un filme histórico con tantos temas -corrupción, degradación institucional, complicidad de bancos, medios de comunicación y organismos internacionales- no hay otra salida que abordar sólo algunos temas. Cada uno merece un filme… Y quizás estimule a otros para realizar los que faltan. 

Durante meses busqué la estructura y progresión dramática del filme en el montaje, dividiendo los temas en capítulos, como en un libro. Quería que la narración fuera lo más clara posible y que el espectador pudiera reconstruir la historia como si fuera un puzzle. Debo destacar el valioso aporte que en la investigación y chequeo del filme me dio Alcira Argumedo, una de las mayores escritoras de ciencias sociales. 

Por otra parte, quería continuar la búsqueda del filme-ensayo, histórico-ideológico, que ya había trabajado en mi primera película «La hora de los hornos». La división en secuencias o capítulos, así como el uso del negro de títulos y grafismos que favorecían la unidad formal de la obra. Era mi homenaje al cine mudo. 

La principal dificultad es siempre la de inventar el filme como hecho cinematográfico. Trabajar con elementos tan heterogéneos como los que se tienen en un documental histórico, exige contraponerle constantes de continuidad que le den unidad estilística. El uso expresivo de los títulos remarcando las ideas; el apoyo de efectos sonoros; la banda musical del talentoso Gerardo Gandini con leit motifs recurrentes que ligan temas y secuencias; los travellings cadenciosos en grandes planos generales; y el uso de ópticas gran angulares, son otros de elementos que dan unidad estética a la obra.

¿Todas estas ideas nacieron antes de filmar?
Tenía claro los problemas a enfrentar y sólo algunas respuestas. Las ideas no vienen cuando uno las convoca, hay que encontrarlas. Picasso decía «sólo el que busca encuentra». Yo trabajé durante meses probando formas, estilos, cadencias. La composición de un filme, como de cualquier obra artística, no es un solo acto, sino un proceso que no es ni ordenado ni claro. El proceso creativo es siempre caprichoso, desordenado y caótico. El oficio no es otra cosa que ordenar la inspiración y el caos.

«Memoria del saqueo» va a contramano del cine de acción y del documental televisivo. Se propone como un filme de reflexión, por momentos didáctico. ¿No teme estar haciendo cine para un pequeño público?
Al contrario, estoy convencido que el espectador quiere ver algo diferente de la repetición de filmes que se parecen unos a otros o de los documentales con información condicionada por la televisión. Ningún distribuidor imaginó que «Bowling for Columbine» o «Etre et voir» tendrían en los cines cientos de miles de espectadores. Igual me paso con «La hora de los hornos» en los años 70, que llegó a muchos países y a grandes públicos y lleva 35 años de distribución en universidades, escuelas y casas de cultura. 

El capítulo argentino de la globalización, con las privatizaciones de empresas publicas, la pérdida de derechos sociales adquiridos, la manipulación institucional y la censura mediática, sólo difiere en lo anecdótico de su accionar en las democracias occidentales. ¿No basta como ejemplo la Italia de Berlusconi?

Estoy convencido de que «Memoria del saqueo» llega al corazón no sólo por su carga emocional, sino porque narra una historia que atrapa por su verdad: revela al espectador la trama secreta de la mafiocracia: la asociación espúrea de la corporación político-sindical y los altos tribunales de justicia con los bancos, las multinacionales y el FMI. Hoy se ejecutan nuevas y silenciosas agresiones que la globalización ha expandido por el mundo con la ejecución de los planes económicos neoliberales que provocan más muertos que las acciones bélicas. 

A pesar de ser un filme muy argentino, la información es clara…
Siendo una experiencia particular, es más universal que Argentina: el público quiere y necesita comprender lo que pasa en el mundo que lo rodea. El filme es un acelerador de cuestiones que no se debaten por temor. Ninguna imagen, por rica que sea en si misma, puede dar toda la información de lo que está pasando. Al recolocar las imágenes en su contexto real y dotarlas de toda su información, toman otro significado. 

Entre nosotros, «Memoria del saqueo» es memoria contra el olvido… La globalización ha impuesto la banalización informativa y la homogeneización de formas y lenguajes de la fábrica de Hollywood difundidas por miles de repetidoras de la televisión mundial. Las megafusiones audiovisuales de hoy han conformado el imperio mediático del norte que está amenazando las culturas que no producen ni divulgan sus propias imágenes. La multiplicación de los medios audiovisuales no multiplicó la diversidad cultural ni profundizó sus contenidos. Por el contrario dispersa, confunde, crea zonas amnésicas, desinforma permanentemente.

Frente a estos peligros que padece buena parte de la audiencia, reacciona la vocación pedagógica de «Memoria del saqueo». Lejos de ser su debilidad, creo que es su fuerza. Hoy la guerra, las agresiones más atroces, el despojo, no asombran a nadie. Se ha entronizado la ideología del cinismo: quienes prometen ayudarte, te asaltan y ensayan en tu país planes de exterminio neorracistas; en nombre de la paz y la libertad se arrasa con misiles poblaciones indefensas.

En la imagen se notan dos estilos de cámara distintos, ¿estaba previsto así? ¿Es la primera vez que hace Ud. mismo la fotografía?
No. Desde mis inicios en el cine me acostumbré a ver y a hacer el cine detrás de la cámara. En «La hora de los hornos», «Los hijos de Fierro» y «La mirada de los otros» hice yo la fotografía y no concibo hacer cine documental de otra manera. Por cierto, con las cámaras grandes hay que tener práctica y yo no la tengo, pero conté con un excelente documentalista, Alejandro Fernández Mouján, que sabía lo que yo buscaba. Las dos cámaras están casi siempre en movimiento, como si un travelling diera lugar a otro. 

«Memoria del saqueo» está concebido como un viaje, un permanente deambular por la realidad del país. La cámara grande que hacía Alejandro, era objetiva y se movía con Steadycam, buscando un tempo cadencioso. Su misión era describir los escenarios del poder y las instituciones: los bancos, sus pasillos y salones, el Ministerio de Economía, la Casa Rosada, el Congreso. El único lugar en que nos dejaron filmar fue en los Tribunales de Justicia, por resolución de la Corte Suprema.

La cámara pequeña, que hacía yo, trata de ser una mirada desde la gente, recuperando su punto de vista: camina y se mueve con ella. Entre las dos cámaras grabamos más de cien horas, a las que se sumaron otras 30 horas de material de archivo. A pesar de que el filme habla de hechos conocidos, la calidad del material de archivo y su montaje crea un efecto revelador de la historia. Un equipo trabajó durante un año rastrillando archivos y visionando decenas de horas de las que sólo quedaron 32 minutos. Pero la mayor y más difícil tarea fue hacer síntesis con tantas imágenes. «Memoria…» se montó, se escribió y se grabaron los textos decenas de veces.

El hecho de que sea Ud. quien pone la voz a los textos refuerza el tono de una película de autor, dándole mayor validez a lo que dice. ¿Por qué optó por esta alternativa?
Fue algo no premeditado y que se fue dando en el transcurso del trabajo. Para evitar gastos o por pudor, o quizás porque no me sentía capaz, decidí grabar los textos de manera provisional para ir montando el filme. Pensaba grabarlos al final con algún profesional. No sé cuál fue la dialéctica que se instaló entre el filme y yo, pero se dio una suerte de simbiosis, de exigencia y adecuación de uno al otro, hasta que todos mis colaboradores me convencieron que mi voz sumaba emoción, verdad, compromiso. 

A diferencia de «La hora de los hornos», yo contaba esta vez un período de la historia en la que yo mismo había sido uno de sus protagonistas: fui de los primeros en salir públicamente a denunciar la traición de Carlos Menem a sus votantes el 14 de mayo de 1989 y los aberrantes actos que se cometían con las privatizaciones, que me valieron seis tiros en mis piernas. La gran bandera de 400 mts. que desfila frente al Congreso, fue una iniciativa mía que se concretó en la gran marcha del día de la soberanía del 20 de noviembre de 91. Con esa bandera rodeamos el Parlamento y luego recorrió el país llevada en innumerables marchas sociales. 

¿Cuánto tiempo le llevó filmarla? ¿Cómo y dónde se hizo el rodaje?
En total hicimos cuarenta y tantas jornadas programadas con un equipo de 6 técnicos y una cámara Beta Digital grande. Pero además salí con mi pequeña cámara digital más de cincuenta veces, registrando hechos que pasaban y otras realidades sin llamar la atención. Así fue como grabé los acontecimientos del 20 de diciembre del 2001 y seguí filmando en las semanas que siguieron las asambleas, cacerolazos, marchas, fábricas ocupadas por sus trabajadores, cortes de ruta y conflictos diversos. 

También quise mostrar cómo se daba la crisis en las provincias: las del noreste (Misiones y Corrientes), las del centro (Córdoba y Santa Fé), las del noroeste (Tucumán), las de la Patagonia (Neuquén) y también Buenos Aires y La Pampa. 

¿Cómo se produjo el filme, cuánto costó y dónde se hizo la posproducción?
Es el fruto de una coproducción entre mi productora Cinesur (Buenos Aires) con Thelma Film (Zurich) de Pierre Alain Meier, que logró sumar a la productora ADR (París), de Alain Rozanes, y diversos organismos europeos, entre quienes están la Televisión de la Suisse Romande, Trigon Film, el Canal 5 y el CNC francés. 

Hacer «Memoria del saqueo» me llevó un año de preparación y rodaje y otro de montaje y terminado técnico en Europa. El tape to film lo hicimos en Zurich y la mezcla de sonido y las copias en París. Pero jamás hubiera podido realizar la película sin el decidido apoyo del Instituto de Cine Argentino (INCAA) y de su presidente Jorge Coscia. 

Cuando hice «La hora de los hornos» con una cámara Bolex 16 mm. a cuerda, tenía detrás a la policía. En «Memoria…», por suerte, tuve al INCAA. Lo que más me alegra es que tanto esta última como «La hora…» demuestran que no siempre con grandes presupuestos o cine de ficción se puede hacer una obra que despierte tanto interés en los grandes festivales como en el público.

¿Por qué hizo una versión reducida para televisión? 
No todos los canales pasan documentales de 2 horas como «Memoria del saqueo». La versión reducida de 53’, que no es igual al filme largo, trata menos temas y tiene otro nombre: «Argentina: le sacagge. La decennie Menem».

 

Filmografía seleccionada de Pino Solanas

«Memoria del saqueo» (2004) 
«La nube» (1998) 
«El viaje» (1992) 
«Sur» (1988) 
«Tango, el exilio de Gardel» (1985) 
«Los hijos de Fierro» (1972) 
«Perón: Actualización política y doctrinaria para la toma del poder» (1971) 
«Perón: La revolución justicialista» (1971) 
«La hora de los hornos» (1968) 
«Reflexión ciudadana» (1963) 
«Seguir andando» (1962)

Ficha técnica 

Argentina-Suiza-Francia – 2004
Título original: Memoria del saqueo
Dirección: Fernando E. Solanas
Productora: ADR. Productions, Thelma Film AG y Cinesur
Productor: Fernando E. Solanas
Guionista: Fernando Solanas
Fotografía: Alejandro Fernández Mouján y Fernando Solanas
Montaje: Juan C. Macías y Fernando Solanas
Música: Gerardo Gandino

Tomado de CHC. Cómo hacer cine.